Mass Media
La televisión estaba encendida todo el día. Desde que éramos chicos fue así. En la casa sonaba todo el tiempo el murmullo de base del aparato, que en ese entonces era en blanco y negro y que, además, según la incidencia de los vientos que movía la antena, el sonido tenía más o menos fritura; ni hablar de la imagen que por momentos era un glitch* movedizo e indescifrable. Por suerte mi viejo tenía la habilidad de encontrar rápidamente el eje de la señal; la dirección de la antena debía quedar en una orientación promedio que le permitiera captar los cuatro canales disponibles, y si había suerte, hasta un quinto. Lo dicho, la tele estaba siempre emitiendo ruido e imágenes de calidades diversas, pero lo cierto es que en general no la estábamos mirando, nadie se quedaba inmóvil frente al cacharro que estaba sobre un aparador en la sala. Ibamos y veníamos ocupados en nuestros asuntos y tal vez le echábamos una miradita al pasar, pero no más que eso.
Sin embargo, sea lo que fuera que cada uno estuviera haciendo, cuando alguno escuchaba que comenzaba la tanda de propagandas, pegaba un grito y el resto dejába todo y corría a la sala; teníamos un lugar más o menos designado y disfrutábamos de ese momento. Es que para nosotros, y eso lo aprendimos de papá, los comerciales de TV son como un faro, la ruta a seguir. Algo similar sucedía con el noticioso de las 20 hs., que nos ponía a debatir durante la cena y llevar las reflexiones al sueño, pero los comerciales abordaban temas más cotidianos, cosas que podíamos palpar.
Recuerdo que mi hermana quería estar muy flaca e hizo una dieta feroz. Mamá empezó a fumar unos cigarrillos larguísimos (papá fumaba hacía ya un tiempo); a mi hermano y a mí nos dio por usar las patillas largas y anchas, un bigote tupido que bordeaba la comisura de los labios y el pelo hasta los hombros. Intentamos también ser corredores de fórmula uno pero era un deporte muy caro. Odiamos la industria nacional y comprábamos todo importado; también odiamos a Perón un tiempo.
La costumbre fue la misma durante muchos años y cambiábamos de metas con el paso del tiempo; incluso algunas contradecían a las anteriores, pero de eso nos dimos cuenta después y tampoco nos importó. Entre tanta cosa llegó la tele a color y eso nos permitió comprender otras cosas, como de qué color es la sangre y cómo luce la bandera del enemigo. Lo bien que se veía en color. Incluso ganamos el mundial ese año. Cuando nos pusieron el teléfono estábamos chochos, encima en la cuadra todos tenían. ¡Así se vive en Europa! Decía papá, que justo ese año dejó de fumar y no paraba de decirle a la vieja que hacía mal, ¿no lo viste en la tele?
Silvana empezó con un tratamiento para recuperar peso y nosotros decidimos afeitarnos y andar con la cabeza casi rapada. Mamá tuvo una infección en los pulmones y se empezó a tratar con medicina alternativa y yoga hasta que murió, aunque papá decía que si viviéramos en Estados Unidos se hubiera salvado.
Ultimamente aparecieron unos aparatos bastante más chicos, pero que tienen toda la info que veíamos en familia y la compartimos en un grupo que hicimos los cuatro para no perdernos de nada.
(*) Una falla de corta duración en un sistema, como una falla transitoria que se corrige sola, lo que dificulta la resolución de problemas. El término es particularmente común en las industrias informática y electrónica, en la flexión de circuitos, así como entre los jugadores de videojuegos. En términos más generales, todos los tipos de sistemas, incluidas las organizaciones humanas y la naturaleza, experimentan fallas.
Una falla, que es leve y, a menudo, temporal, difiere de un error más grave, que es un problema genuino que rompe la funcionalidad. Alex Pieschel, que escribe para Arcade Review, dijo: "'error' a menudo se presenta como el peyorativo más importante y más censurable, mientras que 'falla' sugiere algo más misterioso e incognoscible infligido por entradas sorpresa o cosas fuera del ámbito del código.
Noviembre 2022
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