Relato

Me fui

Consigna: Escribir una carta de despedida

Ya no estoy en casa y obviamente lo sabés porque me leés desde esta nota cobarde que dejé por la mañana, en la mesa de la cocina, cuando saliste a trabajar. No me atrevo a hacerlo de otra forma, no puedo decirte en la cara que me voy, que ese lugar compartido ya no me pertenece. Que me cuesta pedirle a mi boca que sea responsable de esta decisión, ordenar las ideas para exponerlas de un tirón sin dejar que me interrumpas; porque vas a intentar que no lo diga, que ni se me ocurra decirlo, entonces llegarían tus mil formas ordenadas de explicar lo que está bien, y sé… sabemos, que voy a tambalear, que podés desarmar mis argumentos y entonces me quedaría porque dudo de lo que siento, siempre dudo de todo y una vez más me dejaría llevar por la corriente, en el agua de un río con orillas muy lejanas. Me fui porque no sé quedarme cuando no tengo respuestas.

Porque desde hace ya mucho tiempo que no te encuentro en los lugares de siempre: cuando nos miramos por un instante al levantar la cabeza para llevarnos la comida a la boca en cenas apagadas y eternas, o cuando nos cruzamos en la puerta del baño, vos envuelta en la toalla blanca y yo desvistiéndome apurado para entrar a ducharme. En el beso descuidado de cada mañana, en la pregunta ¿qué cenamos hoy? Sin emoticones, en un mensaje a la tardecita, que lejos de ser una invitación a la aventura de proponernos nuevas cosas, es una sentencia de habitualidad.

Quiero tomar otro vino y no es que el malbec esté mal y sé que podríamos abrir una botella del malbec que te gusta a vos y otra diferente para mi pero no me alcanza. La mesa cada vez es más larga. La cama se me hace angosta y quiero dormir destapado en primavera. Tampoco quiero las medias ordenadas de a pares, ni que me acomodes el cuello de la camisa antes de salir. Claro que podría haberlo dicho antes, que son pavadas que no te importaría cambiar, pero soy yo el que se va desdibujando en el otro, en sus formas y me estoy perdiendo.

Alguien cortó el hilo rojo. Los pájaros se comieron las migas de pan que marcaban el camino de regreso a casa y nos perdimos en otros bosques. ¡Ah, si hubiéramos arrojado piedritas!… pero no había manera de saberlo y tampoco sé si ya aprendí que el camino se marca tirando piedritas.

No hay nadie que ocupe mis noches ahora, ni otra cama a la que esté apurado por llegar, es importante que sepas eso y también que te quiero mucho, te amé profundamente, aunque en este momento sea difícil de entender, porque soy muy tonto para explicarme, porque siempre las palabras las pusiste vos, pero esta vez no quiero escucharte.

Supongo que me estarás odiando, que te queman los respuestas en la garganta, que pensarás que estoy escapando, como siempre, para no afrontar nada de lo que nos pasa. Pero esta vez no, esta vez lo estoy decidiendo, lo elijo desde la certreza que si me quedo, si me sigo quedando ya no seré yo.

P.D.: Sé que odiás que te escriba de esta forma, pero en el taller me dieron esta consigna y aprovecho a matar dos pájaros de un tiro.

P.D. 2: El viernes paso a buscar el ficus y la compu.

Julio, 2020

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